dice Tario en La noche del buque naúfrago
imagino también las otras decrepitudes: la de los siglos la del cuerpo la de las cosas
la de las cosas me perturba más que nada, sobre todo cuando es el reflejo de lo que han dejado de mirar a fuerza de estar irremediablemente adheridas a un alguien y ese reflejo es el del alguien
recuerdo burbujas negras brotando de las paredes blancas de un cuarto sencillo, la pintura caía cada día con la tristeza del precipio
pero sólo llegaba al suelo
no recuerdo ningún buque -nunca he estado en un buque nunca he sido un buque- pero sí recuerdo las burbujas negras el óxido de tantas cosas innombrables la piel de polvo sobre los juguetes rotos muñecas tuertas
la decrepitud en todo lo que ha dejado de mirar también es un espectáculo monstruoso cuando esa ceguera nos pertenece -aun en las cosas mínimas-
la consigna es alejarse de los muelles para no quedar varados
pienso en reciclar los objetos con nuevas miradas pero no sé muy bien cómo
el buque sí lo supo y entonces cuenta que encontró
otro mundo más noble, infinitamente más bello, salió a mi encuentro. Un mundo húmedo, susurrante y pleno. Un mundo de fosforescencias extrañas, de monstruos casi divinos, de sombras gráciles que se deslizan sin ningún ruido, de mujeres azules y hombres con escamas rojas, de copas cargadas de sal. Un mundo de floraciones perpetuas; de miradas inalterables; de paz y regocijo continuos. Cuando caí al fondo escuché el canto triunfal de todos los buques muertos. Y me eché a dormir así, un poco fatigado, otro poco orgulloso, pensando con angustia en esos muelles infames donde los barcos decrépitos se retuercen vencidos, cobardes, enfermos…
2 comentarios:
Vayamos por los rumbos de la poesía y, quizá, asiremos lo desasido y nos comprenderemos a nosotros mismos... tú estás más cerca, pero te voy leyendo.
Saludes y un abrazote!
Agustín
siempre intentando avanzar por esos rumbos, aunque por ratos -a veces demasiado largos- nos perdamos en cualquier otro sitio...
saludes y abrazote siempre correspondidos
k
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