viernes, 1 de mayo de 2009

deseo de Bujara (no. 35)

¡Pero no todo fue silencio y quietud en la noche de Bujara!
"Nocturno de Bujara"
Sergio Pitol

Las noches en Samarcanda suenan a agudos graznidos color azabache.
Cada noche, la cigüeña del desierto llega a devorar a los cuervos entre las copas de los árboles de Samarcanda.
Es la hora de la caída de los cuervos, dicen, y esos son los últimos graznidos de cada cuervo antes de caer desventrado y pasar a formar parte de la carnicería canora que tiñe las noches en Samarcanda.
***
"En la oscuridad el cuerpo estalla en fragmentos,
que se convierten en objetos separados. Existen
por sí mismos. Sólo el tacto logra que existan para
mí. El tacto es ilimitado. A diferencia de la vista, no
abarca la persona completa. El tacto es invariablemente
fragmentario: divide las cosas. Un cuerpo conocido a
través del tacto no es nunca una entidad; es, si acaso,
una suma de fragmentos"
***
Las historias enredadas -no entrelazadas- tienen lugar en cualquier sitio:
en las calles de Bujara
en cualquier pequeño café de Varsovia
en la milenaria ciudad de Samarcanda
son todos los sitios exóticos, los viajeros inventados, los recuerdos sobrepuestos, el-mismo-no-siempre-igual Feri constantemente bienvenido en la narrativa de Sergio Pitol
decía que el "Nocturno de Bujara" tiene lugar en cualquier sitio, aunque en todo momento sea Samarcanda (la milenaria, la misteriosa, la terrible) el lugar del deseo, el centro del mundo al cual se busca regresar.
***
Samarcanda, Uzbekistán (ciudad de más de 2750 años de antigüedad):
"un verdadero zoco de callejones estrechos, murallas
truncas, puertas regiamente labradas que dejaban vislumbrar patios
interiores poblados de granados, de rosales y de muchedumbres infantiles
capaces de producir una alharaca casi tan ensordecedora como las de los
cuervos que después vio todos los crepúsculos en los jardines de la ciudad.
Los niños se asomaban a las puertas, gordos y cabezones,
emitían sonidos extraños en su idioma como advirtiéndole
que debía regresar, que aún estaba a tiempo de volver a la
estación y tomar el primer tren que lo alejara de Samarcanda"
***
Feri había llegado a Samarcanda
nunca supo si fue una confusión que aquella comitiva hubiera llegado a la estación de tren a recibirlo
dice Sergio [Pitol-narrador] que en realidad esa historia de Feri en Samarcanda, el festín con la princesa y los nobles circasianos, el banquete con exquisitas carnes, hierbas aromáticas, dulces y aguardiente de durazno, no era más que parte de una extravagante historia para despertar la curiosidad de Issa, la pintora italiana que había decidido recorrer el Asia Central durante tres semanas, y burlarse un poco de ella
si fue cierto o no que Feri Nagy había participado de aquel festín tampoco importa mucho, lo importante es que había despertado, quizás varios días después, con el cuerpo lleno de sangre, padeciendo dolores indescriptibles en cada músculo, apenas con un poco de fuerzas para salir a la calle, caer desmayado luego de emitir un horrible alarido de dolor y despertar, mucho después, en un hospital.
lo importante también es que, una vez se hubo recuperado de las inexplicables heridas, su búsqueda y su deseo se concentraron en hallar a los nobles circasianos, en regresar al festín y volver a experimentar ese placer extremo, tal vez irrepetible, y que nadie podía entender
***
son sólo recuerdos que alguien intenta traer de vuelta
son sólo historias de deseos que alguien inventa para engañar o para engañarse
Issa llegó a Samarcanda
mucho tiempo después Sergio recuerda haber tenido noticias de ella y de la desafortunada experiencia que resultó de su recorrido por el Asia Central
es curioso, pero Issa también había despertado un día con el cuerpo aplastado, con heridas y sangre, sin poder recordar cabalmente lo que había sucedido
***
"porque allá, a la hora del crepúsculo, ves caer de los árboles, como frutos descompuestos, pájaros deventrados con las alas quebradas, fragmentos de cabezas, de patas, una nube de plumas [...] mientras arriba, en las espesas frondas, los sobrevivientes saltan amedrentados de rama en rama o se agazapan en un intento de mimetización sin atreverse siquiera a emprender la huida"
***
insisto, son sólo recuerdos
son sólo evocaciones de una memoria no del todo confiable que, como si de un cuerpo se tratara, conoce cada rincón de las ciudades y las historias fragmento en fragmento
y no está segura de qué parte de la historia, si no es que toda, ha sido inventada
incluso tampoco recuerda con certeza que todo aquello hubiera sucedido en Samarcanda
de hecho, le parece que más bien que el sitio donde pudo haber sido es Bujara
sí, el centro de ese deseo se llama Bujara

*Citas tomadas de "Nocturno de Bujara" incluido en el libro de relatos "Vals de Mefisto" de Sergio Pitol. México: Era, 1989.
*imagen: mausoleo de Emir Gur en Samarcanda, Uzbekistán