miércoles, 20 de febrero de 2008

la vida la muerte los árboles (no. 4)


¡adiós, adiós piedra mía!
ignoraba que las cosas pudieran ocupar tanto lugar en nuestro afecto
(la amortajada)

así se despedía la amortajada de camino al camposanto
se despedía -se despide- de piedras y árboles
sobre todo de los árboles
con sus figuras soberbias sombrías
tristes como un recuerdo

tan sólo con un recuerdo se puede soportar una larga vida de tedio
(la última niebla)

dice María Luisa Bombal en medio de la creciente última niebla
la niebla que en sus historias reverdece y se erige
tan infinitamente como los árboles
recinto eterno del sueño
y del recuerdo

las casas no debieran ser nunca más altas que los árboles
(la amortajada)

del hogar extraño extranjero voraz
y de la muerte
la muerte que como un árbol igualmente crece

ya ves, la muerte es también un acto de vida
(la amortajada)
acto de vida silente
sueño verdadero repetido cada noche
cada tarde perdida en sueños y nieblas de deseo
puede que la verdadera felicidad esté en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar por fin todos los pequeños goces, que son los más perdurables
(el árbol)

deseo de pequeñeces perdurables
árboles niebla piedras
invadiendo el sitio de nuestros afectos

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