viernes, 26 de diciembre de 2008

el sueño después de la oscuridad (no.29)



el reloj marca cuatro minutos antes de la medianoche
y en esa oscuridad se enmarca el episodio de las cosas extrañas que se configuran bajo el título de


after dark
de haruki murakami


no hay un principio ni un final
sólo la noche
una noche de coincidencias
una noche larga de conversaciones y encuentros
en la que mari lee y su lectura se ve interrumpida por la aparición de takahashi
un músico de jazz
y luego por la presencia de kaoru
mujer corpulenta, recepcionista de un motel y que solicita la ayuda de mari para auxiliar a una prostituta china que ha sido brutalmente golpeada


en otro sitio
en una habitación sencilla
eri asai duerme
y su sueño profundo es vigilado por una mirada
por un punto de vista que la rodea y explora el más pequeño de sus movimientos



...


los diálogos
las historias de los personajes se van entrelazando
coinciden sin entrar en contacto
se miran borrosos
desdibujados
quizás de la misma forma que se verían las personas en el sueño de eri asai

se entrecruzan brevemente
durante una noche
pero no pasa nada
sencillamente sus imágenes permanecen reflejadas en los espejos cuando ya se han ido
como dejando una parte de sí atrapada en el cristal





como en otros textos de murakami la escición es el punto clave
no para descubrir un sentido oculto en sus palabras
sino para sumergirse en un yo que se desdobla, a veces, sin darse cuenta
que se extravía a pedazos en otros sitios
en otros sueños





algo se pierde
algo se rompe
algo deja de ser
y no hay vuelta atrás
la vida como la noche es irreversible

llega la mañana y apenas se puede intuir la presencia de algo

uno sigue siendo uno, pero incompleto
se recuerdan los sucesos, pero no es fácil relacionarlos de un manera lógica
al final todo queda igualmente sumergido como entre sueños
sueños profundos y oscuros

miércoles, 10 de diciembre de 2008

viaje a la novela perfecta (no. 28)


la perfección extrema en la novela es fruto de la imperfección de nuestra especie

"el viaje"
sergio pitol

aunque las fechas atienden a un impecable orden crono-lógico "el viaje" de sergio pitol se desdobla en las diversas facetas de un encanto emanado de las ciudades visitadas pero desconocidas
las ciudades deslumbrantes hacia las que uno camina
pero a donde nunca se termina de llegar

a través del curso de los días entre el 19 de mayo y el 3 de junio seguimos a una voz juguetona que se enfrenta sonriendo a una noción de la comedia humana entendida como
un complejo mecanismo de relojería donde la extrema generosidad convive y participa con crímenes inmundos, donde los mejores ideales que ha concebido y realizado el ser humano no logran apartarlo de sus infinitas torpezas, sus mezquindades y sus perennes demostraciones de desamor a la vida, al mundo, a sí mismo

el viajero, cuya memoria no encuentra un eco posible para describir praga, nos pierde en los vericuetos de sus otros recuerdos
de todos los sueños para los que sí ha encontrado no sólo una voz
sino también las palabras adecuadas para insertarlos en una ciudad
en un nombre parecido a todos los demás pero siempre distinto
los laberintos de este viajero se llaman sueños
se llaman Tolstoi/Dostoievski/Canetti/Tsvietáieva/Meyerhold/Gogol/Kafka/Pitol
se asumen como excéntricos
constantemente huyendo de un centro demasiado serio

el mundo de los excéntricos y familias anexas los libera de las incoveniencias del entorno. la vulgaridad, la torpeza, los caprichos de la moda, y aun las exigencias del poder no los tocan, o al menos no demasiado, y no les importa

si todos los nombres son el mismo nombre
la novela es también crónica/cuento/ensayo/librodeviajes/diario/memoria/autobiografía
es un recuerdo emparentado con el sueño
el miedo
el deseo
la voluntad
lo humano del ser humano
la infancia y sus revelaciones
ante la mirada niña del viajero las cosas adquieren una proporción distinta
un nombre ruso o georgiano o mexicano
pero siempre auténtico
el cuadro simple de unos peces rojos es, por ejemplo,

más que una experiencia estética [...] un trance místico, una revaloración instantánea del mundo, de la continuidad del mundo

viaje y viajero son la revelación de un rompecabezas extraño e inconcluso
de una verdad vertida en las palabras imprecisas del trance onírico
en las palabras de efecto mentiroso y dulce

ahora que escribo, creo que exagero, que todo entonces fue muy rápido, muy cotidiano, más loco y gogoliano, muchísimo más divertido, y no tan pretencioso, efectista, falso desde el principio como lo he escrito ahora


citas tomadas de "el viaje" de sergio pitol, ediciones era, méxico, 2000.
imagen: "peces rojos", henri matisse.

jueves, 16 de octubre de 2008

"el recuerdo de un olvido" (no. 27)

como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. y quisieron compartirlo. entonces inventaron el amor.
el resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.

con esta encantadora y terrible comparación inicia, discretamente, "donde habite el olvido" de luis cernuda
y desde este título se hace evidente el diálogo con la rima LXVI de bécquer:
[...]
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba

diálogo que poco a poco adquiere la brillante confesión íntima de ese cernuda en una primera etapa de enamoramientos voraces
de afanes
anhelos vehementes en torno de ese amor que es mar


de ese mar que es
[...] un olvido,
una canción, un labio;
el mar es un amante,
fiel respuesta al deseo.
es como un ruiseñor,
y sus aguas son plumas,
impulsos que levantan
a las frías estrellas.


de ese amor que adquiere la apariencia del ángel:
es un angel y es terrible,
pero no con la elevación de los ángeles de rilke
sino con la terrenalidad de lo que es posible poseer
aunque sea efímeramente


tú fluyes en mis venas, respiras en mis labios,
te siento en mi dolor;
bien vivo estás en mí, vives en mi amor mismo,
aunque a veces pesa la luz, la soledad
[...]
estás conmigo como están mis ojos en el mundo,
dueños de todo por cualquier instante;
mas igual que ellos al hacer la sombra, luego vuelvo,
mendigo a quien despojan de su misma pobreza,
al yerto infierno de donde he surgido.
el deseo es ausencia/ no hay amor sin deseo
el amor no envenena,
aunque como un escorpión deje los besos;
el placer no es naufragio,
aunque vuelto fantasma ahuyente todo olvido.
aunque la memoria insista
el mismo cernuda suelta la pregunta sabiendo la respuesta:


¿qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido.
memoria pertinaz de un olvido
que insiste en no soltar su propia ausencia
que agobia como el mar
como los ángeles
como la misma muerte
voy a morir de un deseo,
si un deseo sutil vale la muerte;
a vivir sin mí mismo de un deseo,
sin despertar, sin acordarme,
allá en la luna perdido entre su frío.
imagen: the red model, magritte.

martes, 7 de octubre de 2008

"el teatro que yo quiero" (no. 26)

Entre la memoria del agua:
entrevista a Concepción León Mora

Recuerdo las rosas cayendo al agua
el agua cayendo al cuerpo
el cuerpo mojado solo
el viento rugiendo herido
y mi madre cantando
mientras me cubrían las rosas.

Después de un par de años vengo a reencontrarme con Mestiza Power, obra de teatro con raíces yucatecas de Conchi León Mora. Encuentro en la voz de la mujer mestiza una memoria que fluye, un recuerdo yendo y viniendo de algún sitio muy cercano, como el ligero vaivén de una hamaca cómplice donde he guardado todos mis secretos. Luego, es la voz de Conchi la que viene a confirmar esa memoria compartida, llevada a escena con el humor espontáneo de lo honesto, con la vitalidad de lo entrañable y donde lo yucateco viene a configurar un espacio para reír y admirar la belleza de lo que todavía somos. Tal vez, lo que más me ha encantado son las palabras de Conchi, su risa fácil, su visión de la mujer (mestiza) y del mundo, su voluntad para hacer teatro y para seguir siendo ella.

K.M: Aquí en Mérida se han representado tres obras tuyas con raíces yucatecas: Mestiza Power, Tolok Paradise y Las creyentes. Las dos primeras surgen a partir de situaciones reales como las entrevistas que haces a algunas mestizas y en el caso de Tolok… las denuncias publicadas en El diario del comisario. ¿De qué manera es que logras llevar esa realidad tan dispersa, tan volátil a veces, a la escena?
C.L: Yo creo que trato de encontrar el reflejo en mí misma de lo que estoy encontrando. A veces creo que tendemos a poner en un altar nuestra cultura y precisamente por eso creo que fallan muchas obras regionales o de investigación, obras que de pronto caen en el maniqueísmo de decir que la mujer maya es intocable, cuando la mujer maya está junto a ti vendiendo mandarinas. Cuando empiezo a escribir, para mí no cabe colocarlas en un nivel superior, qué nivel más alto que el humano: este es el nivel que yo le doy siempre al personaje. A un nivel estructural, sí me han criticado que mis obras no tienen una estructura y demás, en mi cabeza sí hay un orden. En el caso de Mestiza Power yo pensaba que se hiciera una especie de recorrido por la infancia, la adolescencia, la vida de casada y la vejez de la mujer maya; luego montar las situaciones específicas de tres mujeres mestizas y al final, la leyenda que yo creo que es algo que todos hemos oído y que nos significa.
K.M: En relación con el nivel humano en el que ubicas a tus personajes, uno de los varios elementos que han llamado mi atención en Mestiza Power es ese contraste tan peculiar del carácter de las mujeres mestizas, en el que convive una violencia casi brutal, pareciera que inherente al personaje, y en la forma como esas situaciones violentas son asumidas con toda la naturalidad e incluso son motivo de risa. ¿De qué forma miras esta situación?
C.L: Pues lo que pasa es que eso somos las mujeres, como un caracol envolvente, pero que se envuelve a sí mismo en toda esta melancolía, en una misma dolencia. Esto que dices de asumir la violencia fue de las cosas más fuertes que me dejó una de las mujeres que entrevisté, cuando me dice: “su modo de mi marido es pegar”, como si fuera alto, chaparro, moreno; “mi marido es así, es borracho” y es una característica más, como si fuera el color de sus ojos. Eso es lamentable, pero sí, estamos inmersos en un mundo de violencia, las mujeres somos criadas así, si no es violencia física es violencia psicológica. Sin embargo, no creo que sea privativo de las mestizas, en general, creo que es de la mujer, esa como fortaleza exterior, de asumir las cosas como una especie de suerte, digo si volvemos a este rollo de que mi marido es mi cruz, que gracias a dios ya no se oye tanto, pero que sigue siendo vigente en la forma como se asumen esas situaciones, como una especie de autocastigo, como una cosa más de la vida. Por eso me gusta tanto el universo femenino, me apasiona tanto porque es tan complejo, y pues porque nos duele del mismo lado, nos causa la misma melancolía.
K.M: Hablando de este universo femenino plasmado en tus obras, tanto en la trilogía como en la Crónica de un presentimiento, en Todo lo que encontré en el agua y en El ombligo del agua, otro de los elementos recurrentes es precisamente el agua, el agua como símbolo por excelencia del universo femenino. ¿Qué representa para ti?
C.L: Es mi máxima obsesión el agua, no lo puedo evitar. Desde hace tiempo, por ejemplo, Laura Zubieta y yo hacíamos un performance que consistía en una escena donde entraban dos mujeres en ropa interior y simplemente se iban vistiendo, mientras una se ponía las medias, la otra se lavaba los pies, mientras una se colgaba el bolso, la otra se ponía el rebozo, finalmente estas mujeres entraban desnudas y salían vestidas, una como indígena tzotzil y la otra como una mujer de calle. Desde entonces ha estado muy presente el agua en mi trabajo. Todo lo que encontré en el agua, empieza donde dos personajes, una colegiala y un hombre de cuarenta años, son sumergidos en unos cubos llenos de agua, esa fue la primera imagen que tuve de la obra; cada vez que los sacaban, decían lo que habían encontrado ahí dentro: “burbujas”, “oleaje”, “golpe”, “profundidad”, “abismo”. Al principio no me explicaba esta escena, hasta que entendí que los estaban torturando, luego escribí la obra, que es la más reciente y ahí también sigue estando el agua. Es una obsesión, el sonido del agua, el agua en escena me parece lo más bello del mundo. Me critican pues, porque siempre uso los mismos símbolos pero bueno, por qué no puedo usar los mismos símbolos.
K.M: Además del agua, también empleas en forma recurrente la hamaca, ¿no?
C.L: ¡Ay, pues es que la hamaca es un universo! En El ombligo del agua, la escenografía consiste en cuatro hamacas ubicadas en distintos niveles, como si fueran cuatro pisos, inclusive hay un personaje que camina encima de una y otra hamaca como si estuviera bajando un piso. Para mí, te digo, la hamaca es un universo, es donde somos concebidos, donde nacemos, donde están nuestros más profundos deseos, donde estamos con nosotros mismos. En El ombligo del agua, incluyo una parte de una anécdota que mi papá me cuenta mucho: mi mamá estaba embarazada y él llegó, vio a mi madre montada en la hamaca, estaba dando a luz y se agarraba de otras dos hamacas que estaban hacia ambos lados, él la quiso ayudar y cargó a la bebé para pasarla a otra hamaca, pero cuando la tomó vio que tenía cola, la soltó y se fue corriendo a decirle a mi abuela que mi mamá había tenido un bebé con cola, era el cordón umbilical. Cuando regresó (esto es algo que me da mucha ternura), me decía: “tu mamá, como las perras, ya le había cortado la cola a la niña, ya la había bañado, estaba acostada en la hamaca con ella”. Yo me imagino a mi madre recién parida, meciéndose en la hamaca. Dime qué más puedes necesitar aparte de una hamaca. La hamaca puede ser todo, es todo: erótica, maternal, sensual… y de verdad me parece un elemento que ha quedado muy olvidado. No tengo los niveles como para hacer acrobacia o circo como de pronto he visto bailarines que hacen un trabajo así, de cualquier forma no lo necesitamos, bueno al menos el teatro que yo hago no lo necesita, es solamente encontrar la poética que tiene este elemento que a mí me parece maravilloso.
K.M: Ahora que comentabas esta anécdota, también se da mucho este juego entre pasado y presente en tus obras, en ellas siempre hay una vuelta hacia atrás, una insistencia por traer los recuerdos más entrañables, digo recuerdo como reconstrucción de las cosas que han pasado y de las que no, como una conjunción de imágenes casi evanescentes pero que de alguna forma logran concretarse en una representación.
C.L: Sí, lo que pasa es que yo escribo mucho de recuerdos, por supuesto que la memoria no es virginal, está aderezada de muchas cosas, pero no me puedo evadir. Yo tuve una infancia muy rica de cosas violentas, fuertes, pero son cosas que no he querido dejar morir, por eso siempre en mis obras hay parte de recuerdos de mi vida. Por ejemplo, en Mestiza Power, el personaje que ahora interpreta Madeleine Lizama dice en algún momento que querían que cambiara a su hija por quinientos pesos, eso se lo dijeron a mi mamá respecto a mí y es algo que no me puedo quedar; hay situaciones con mis hermanas, con la gente, cosas que de pronto entran en mi vida y que no puedo entender. Siempre digo que escribo lo que no entiendo, quizás para entenderlo, y en este sentido es que no puede ser que nos gane el olvido, tenemos que recuperar la memoria. Bueno, muchos dicen “rescatar”, yo detesto esa palabra, por qué rescatar, no son bomberos. No se trata de rescatar nada, se trata de, en un momento dado, si uno quiere, hacer presente la memoria.
K.M: Finalmente, ¿por qué hacer memoria a través de un teatro, no digamos regional para no perdernos en términos, pero sí con raíces y elementos yucatecos tan representativos?
C.L: Pues, cuando hago Mestiza Power, hay una respuesta muy generosa, sobre todo del público, sin embargo gran parte de la comunidad (teatral) la rechaza porque la consideran como un teatro que bordea la dramaturgia de nopales, que era casi un teatro de inditos, incluso que no era teatro, que era sociología. Entonces dije “ah, no les gusta, pues eso voy a hacer”, y de ahí decidí hacer la trilogía, aunque le paré en Tolok Paradise, Las creyentes la dirigió Paco Marín, no yo. La verdad es que me doy cuenta de esta hambre que tiene la gente de ver teatro regional y eso es algo que todos decimos, un teatro regional sin mentadas de madre, sin escatologías, sin chistes bajados de Internet unidos sin ningún sentido y otras cosas que sencillamente no acepto y por eso decido decirlo haciendo el teatro que yo quiero, no el que debe ser, sino el que yo quiero.

Entre los vericuetos infinitos de la memoria nos vamos perdiendo. Luego de más de cinco horas de charla, cada cual vuelve al sitio que la realidad del sábado por la tarde le ha deparado, Conchi quizás pensando en la presentación de Mestiza Power en el Olimpo, en sus proyectos personales, como dramaturga a nivel nacional e internacional; yo, con la memoria del agua haciendo remolinos en mis propios recuerdos.
Mérida, Yucatán, 2 de agosto de 2008
Imagen: Crónica de un presentimiento en: molinex.blogspot.com

domingo, 7 de septiembre de 2008

Aurora Reyes: a cien años... (no. 25)

todo lo acabaré, lo seré todo
en espacio sin tiempo y sin delirio:
encontraré la luz frente por frente,
contemplaré los ojos del principio,
daré vuelta completa al imposible
y en el Todo... seré Uno contigo.
"la máscara desnuda"
Aurora Reyes
hace cien años tuvo lugar un principio que optó por la carencia de finales definitivos y se inclinó hacia la magia imperecedera propia del arte. pintura y poesía son en Aurora Reyes la manifestación más palpitante de una vida plena, conciente y fascinada por la humana condición.
en ella reviven los signos del pasado para ser incorporados a una presentez sin medida, cuyo nombre es siempre el innombrable y se le encuentra habitando en la violencia dulce del silencio, en el misterio del agua y la naturaleza, en la muerte que habrá de llevarnos nuevamente al origen describiendo la espiral eterna.
ahora la imagino en esa circularidad inmensurable, de frente a las preguntas que súbitamente brotan en su poesía tendiendo giros luminosos hacia todo sitio:
¿cómo será el delirio como espuma?
¿y la mano del viento como ola?
¿y la noche en el ojo de la estrella?

¿eres diáfana sombra o luz caída,
anticipada muerte o rescatada,
perímetro de ausencia o invadida
forma de realidad acumulada?

¿cómo será la luz como semilla?
¿y la raíz profunda como vuelo?
¿y el pacto del silencio y el silencio?

¿cómo olvidar el aire y el agua de tu nombre?
¿cómo olvidar la tierra y el fuego tus manos
y el rostro de la piedra de tu rostro?


hoy, como siempre, como ella, me quedo con las preguntas y con la voluntad de seguir haciendo presente la memoria de su nombre y sus palabras

Aurora Reyes (9 de septiembre de 1908 - 26 de abril de 1985)

viernes, 29 de agosto de 2008

el misterio de la nieve (no. 24)

"cuando la nieve se funde, ¿adónde va su blancura", preguntaba shakespeare. creo que es la pregunta más importante que cabe formularse [...] ahora contemplo la nieve. se derretirá sin dejar rastro, como yo. pero, ahora, comprendo que la nieve es un misterio. no sé nada más acerca de mí.
las catilinarias
amélie nothomb

émile y juliette hazel llegan a habitar, finalmente, la casa de sus sueños.
como dos viejos amantes de la soledad han adquirido una hermosa propiedad en el campo, cercada por un riachuelo, a algunos minutos de un pueblo y con una sola casa vecina.
el efecto paisajista desaparece pronto ante la presencia de palamède bernardin:
el obeso vecino cuya puntual y diaria visita a la casa de los hazel viene a remover las sensaciones más profundas de émile y sobre todo, las preguntasinrespuesta en las que uno nunca quiere pensar

en cada página de las catilinarias me vuelvo a confrontar con las inquietudes tan brillantemente plasmadas en higiene del asesino:
-la extraña fascinación por una perturbadora infancia (física) perpetua
-los nombres extraños de personajes extraños
-la obesidad, en este caso como un gran espacio donde contener un gran vacío
-el silencio aniquilador de los seres existencialmente superiores
-la buena y la mala fe
-el asesinato como expresión máxima de bondad, una bondad que desde luego ni tiene explicación ni busca busca ser admirada
-la misoginia
-la imposición voraz con que nos ubicamos sobre el otro al pretender comprenderlo en su totalidad
-y sobre todo, una violencia brutal en cada diálogo, en cada palabra lanzada porque sí pero con la intencionalidad del desprecio más profundo

hay cosas que se van entrelazando con la cautela de una glicinia profundamente triste. cuando nos damos cuenta, ya estamos envueltos de forma irreversible en sus redes y en su tristeza, sin otra opción que la de lidiar con todo lo que queda dentro, bajo la custodia hermosa y violenta la flor azul.
eso le sucede a émile y a juliette ante la figura imponente del doctor bernardine y de su corpulenta esposa, sus asuntos se van trastocando hasta alcanzar límites de los que nunca se creyeron capaces.

desde luego, el título me rebota en la cabeza con la incomodidad que siempre provoca lo que parece perfecto, pertinente, exacto.
después, llegan las conversaciones entre émile y palamède, surgiendo vehementemente contra mí, reprochándome no saber nada de nada.
las preguntas ahí siguen:

no sabemos nada de nosotros mismos. creemo que nos habituamos a ser nosostros mismos, pero ocurre lo contrario. cuantos más años transcurren, menos sabemos quién es esa persona en cuyo nombre hablamos y actuamos.
pero eso no constituye ningún problema. ¿qué inconveniente hay en el hecho de vivir la existencia de un desconocido? quizá sea mejor así.

nada más qué decir.


las catilinarias. amélie nothomb. circe ediciones. españa. 1995.
imagen: adán y eva. fernando botero

sábado, 23 de agosto de 2008

tocar el tiempo de marte (no. 23)

en el prólogo a las "crónicas marcianas" de ray bradbury, borges apunta:
a principios del siglo xvi, ludovico ariosto imaginó que un paladín descubre en la luna todo lo que se pierde en la tierra, las lágrimas y suspiros de los amantes, el tiempo malgastado en el juego, los proyectos inútiles y los no saciados anhelos


I
(los primeros pasos)
los humanos invaden marte en el lapso que corre de enero de 1999 hasta octubre de 2026:
modestas expediciones aventuran los primeros pasos
luego, oleadas multitudinarias llegarían a ocupar las ruinas del planeta rojo
sus canales secos, sus calles y avenidas milenarias, los sitios entrañables forjados por aquellos para quien el aire enrarecido de marte no tiene nada de extraño
es curioso, marte se parece muchísimo a la tierra
o quizá, a través de un exquisito dominio del arte telepático, los marcianos logran crear esa idea en la imaginación humana
da lo mismo, la ilusión de similitud pierde a los hombres
los lleva a su propia muerte

II
(porque las cosas tienen que ser así: a nuestra imagen y semejanza)
en los años cuarenta bradbury publica una serie de crónicas que dan cuenta de esta invasión
podríamos cambiar el nombre de "marte" por el de cualquier sitio,
la historia seguirá siendo la misma:
un país poderoso/megalómano/con unas ansias incorporativas/expansionistas/ cercanas a la demencia
empeña sus esfuerzos en conquistar al otro
en ejercer dominio sobre su tiempo/espacio
en anular su historia/origen/memoria e inaugurar un nuevo estado de cosas con los nombres que le significan al invasor y que harían olvidar al otro su identidad
...
lo demás se reitera cada día con una puntualidad pertinaz

III
(el terrible reflejo)
por hombre valiente tengo a borges en cuanto a su aborrecimiento de los espejos y la cópula.
yo no los aborrezco
sencillamente aventuro la mirada hacia el espejotro
espero el reflejo y todo lo que tenga que ofrecer.
los hombres que llegan a marte no son muy distintos:
también observan, también esperan,
pero, en nuestra realidad y condición, siempre nos imponemos
tal vez por eso encontramos en la luna nuestras pérdidas
tal vez por eso, aún en el aire rarísimo de marte, el tiempo sabe (tristemente) a humano


IV
(tocar el tiempo de marte)
en agosto de 2002 sucedió un evento peculiar: se le conoce como "encuentro nocturno".
era una hermosa noche marciana.
entonces ya habían latinos en el planeta rojo, precisamente uno de ellos es el protagonista del suceso, tomás gómez y un marciano (dicen que son morenos y tienen los ojos amarillos -los marcianos, no los latinos).
esa noche el tiempo fue otra cosa:

esa noche había en el aire un olor a tiempo [...] la idea era divertida.
¿qué olor tenía el tiempo? el olor del polvo, los relojes, la gente. ¿y qué
sonido tenía el tiempo? un sonido de agua en una cueva y unas voces
que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre
tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. y aún más, ¿a qué se
parecía el tiempo? el tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente
en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien
millones de rostros que descienden como globos de año nuevo,
bajando y bajando hacia la nada. así era cómo olía el tiempo, cómo
sonaba y qué parecía [...] esta noche casi se podía tocar el tiempo.
el encuentro fue breve:
al principio no se entendieron, el marciano tuvo que asimilar el idioma inglés desde la cabeza de tomás. superada la barrera lingüística, se dieron cuenta de que también había una barrera temporal: cada uno habitada a millones de años del otro.
de nada sirven los nombres del tiempo si no se comparten/ si no significan nada
de nada sirve que nos señalen las verdades ajenas si el límite de nuestras competencias llega hasta donde nuestra verdad termina
nada importa si no nos sincronizamos para habitar el mismo tiempo
...
tomás y el marciano nunca llegaron a entenderse
"crónicas marcianas", ray bradbury. booket, méxico, 2008

jueves, 7 de agosto de 2008

una obstinada historia (no. 22)

me gusta la gente obstinada
me gusta la gente obstinada cuando cuenta historias
me gusta más cuando las escribe

hace tiempo que escribo porque hay una sola cosa, solamente una, que quiero decir. me gustaría seguir escribiendo, sea como sea, hasta que me canse de repetirla.
este libro es el principio de esta historia obstinada.

así describe Banana Yoshimoto (su "verdadero" nombre es Maoko) su escritura
y no hacen falta más razones
el principio de su historia obstinada se guarda bajo el título de Kitchen
en ella encuentro también ese neutro desencanto de la literatura japonesa que no deja de sorprenderme y que va envolviendo los detalles más sugerentes de una historia sencilla con la suavidad de la tristeza
con lo incomprensible de la soledad

la felicidad es vivir sintiendo, lo menos posible, que el hombre, en realidad, está solo
dice Mikage Sakurai
la joven huérfana desde cuya voz fluyen, como retratos pequeños, la muerte de la abuela, la mudanza a la casa de los Tanabe, las conversaciones con Yuichi y la extraña fascinación que Mikage siente por las cocinas
¿por qué amo tanto las cosas de la cocina? es extraño. las quiero como un anhelo lejano grabado en la memoria de la mente. cuando estoy aquí, todo regresa al punto de partida y hay algo que vuelve a mí.
pero sobre todo
sus intentos por ir construyendo una imagen de la muerte y de la soledad (que ante ella se erigen con una semejanza inexplicable) matizada con los destellos que de pronto surgen entre sus sueños, desde los utensilios de la cocina, en el perfume impregnado de las personas ausentes, en el verdor arrogante de las plantas, en lo que queda cuando parece que todo se ha ido

la habitación estaba tan silenciosa que no se sentía el tiempo que marcaban los segundos. reinaba una atmósfera inmóvil que me hacía sentir culpable de que sólo yo viviera y me moviese. una habitación siempre es así después de que alguien haya muerto.

ni la vida ni la muerte están para ser explicadas
Mikage lo sabe y encuentra en la comida japonesa un sentido exquisito con el cual delinear esa imagen suya tan desvanecida por lo irremediable

así conocí las cosas agradables y ya no pude volver atrás.
quiero seguir sintiendo a toda costa que algún día he de morir.
de otro modo no sentiría que estoy viviendo. por eso, mi vida es así.
citas tomadas de kitchen de banana yoshimoto, tusquets editores, 1994
imagen de ichiro tsuruta

domingo, 27 de julio de 2008

las dudas y el secreto: "higiene del asesino" (no. 21)

a lo largo de poco menos de doscientas páginas me encuentro con el cuello tenso
los ojos muy abiertos
devorando diálogo tras diálogo
las últimas hojas parecen disolverse entre mis dedos sin poder llegar a lo definitivo
el bibliotecario me ha repetido más de una vez que están a punto de cerrar
la lluvia torrencial se estrella contra los amplios ventanales del segundo piso
como queriendo averiguar también qué sucede al final...

salgo de la biblioteca sin hacerle tanto caso a la lluvia
en mi cabeza se agolpan imágenes imprecisas
pero todas latiendo bajo el mismo título:
"higiene del asesino"
higiene del asesino
de Amélie Nothomb

son imágenes saturadas
de una violencia intelectual
todo se tiñe de una brutalidad cada vez menos sutil
recuerdo las palabras
frases pronunciadas por el premio nobel de literatura Prétextat Tach:
octogenario
obeso
misógino
solitario
obeso
violento discursivo
brillante
soberbio
obeso
confinado a una silla de ruedas
(debido a su obesidad)
prepotente
megalómano
inteligente
misántropo
y
obeso

todo en mi mente son preguntas y respuestas
las preguntas de los cinco reporteros seleccionados para entrevistar al gran escritor
pronto a morir a causa de un cáncer extraño
imagino a los reporteros
estúpidos
impertinentes
ingenuos
audaces
indiscretos
presuntuosos
estúpidos
desfilando ante el premio nobel
con su inepta juventud a cuestas
recuerdo las respuestas de Tach
lanzadas a su objetivo con un filo voraz
con un humor irresistible

la lluvia me golpea
como las frases del viejo obeso debieron haber golpeado a los reporteros
de forma limpia
limpísima
con todo el poder de las palabras precisas y justas
-la proporción es aniquiladora-

pienso otra vez en el título de la novela
higiene
del
asesino

y la cabeza se me llena de violencia real
entonces llamada Guerra del Golfo
de violencia intelectual
traducida en la parafernalia literaria de etiquetas y categorías
en los círculos seudointeletuales donde cada cual se disputa un lugar
a cuesta de cualquier cosa
en la lectura torpe
donde al cerrar el libro nada se ha comprendido
y todo se ha olvidado
pienso en la buena fe y en la mala fe
de las que tanto hablaba Tach inspirado en sus diálogos (¿imaginarios?) con Céline
intento asimilar esa generosidad extrema
ese envenenamiento de las palabras/del alma/del espíritu
en beneficio del prójimo
considero por un momento la idea del asesinato:
evitarle al otro/la otra toda una vida de abyección

todos somos asesinos
sobre todo los escritores
especialmente los premio nobel
asesinamos a los demás
todos los días
los olvidamos/nos son indiferentes
el olvido es un mar gigantesco
en el que sólo navega un gran buque que es la memoria
y de él arrojamos cualquier nombre
cada día:
insistía el viejo escritor obeso, quizás ya muy exasperado

pero no es sólo el olvido
es
al menos en Prétextat Tach
una exquisita misantropía
en contraste y complemento con su obesidad
y detrás de ambos
el peculiar y a veces terrible secreto que todos tenemos
o inventamos

después de la higiene del asesino
sigo caminando bajo una lluvia que empieza a ceder
pero dentro de mí, la tormenta de dudas se desata:
¿dónde estoy parada entre la buena y la mala fe?¿cuántos nombres se suman a mi lista de olvidados?¿qué tanto de lo que leo, lo leo sin leer?¿cuál es mi secreto (inventado o no)?


"la higiene del asesino" es la primera novela de amélie nothomb, publicada en francés en 1992 y traducida al español en 1996
imagen: "hombre contemplando" de rufino tamayo

jueves, 24 de julio de 2008

sobre "la imposibilidad de hacer arte superior" (no. 20)

alcancé, creo, la plenitud del empleo de la razón.
y es por eso que me voy a matar.

a modo de un libro de memorias
desordenadas, dispersas, con pocas fechas y muchos vacíos
tal cual es la memoria en sí
se va desdoblando

la educación del estoico.
el único manuscrito del barón de Teive
/heterónimo de Fernando Pessoa/

la decisión del suicidio está tomada
en una gaveta, el barón deja una serie de escritos/notas/aforismos/frases/párrafos
textos regidos bajo el signo de la vacuidad/vanidad
descendió sobre nosotros la más profunda y la
más mortal de las sequías de los siglos -la del
conocimiento íntimo de la vacuidad de todos los
esfuerzos y de la vanidad de todos los propósitos.
con esta afirmación inicial
el barón de Teive se escribe a sí mismo en la página
no para dar cuenta de su vida
sino para explicar por qué nunca logró escribir las obras que no escribió

alcancé la saciedad de la nada, la plenitud de ninguna cosa [...]
nada puede ya transformar mi vida. si... si... sí,
pero se es siempre una cosa que no aconteció, y si no aconteció,
¿para qué suponer lo que sería si fuese?
y esta incapacidad
asumida absolutamente
manifiesta en aspectos ulteriores a la escritura
es la que tiñe las palabras sus palabras con la brutal arrogancia de quien sabe que su mayor orgullo es no tener más nada que perder

pongo fin a una vida que me pareció poder contener todas las grandezas,
y no vi contener sino la incapacidad de quererlas.
si tuve certezas, siempre recuerdo que todos los locos las tuvieron mayores.
tengo todas las condiciones para ser feliz,
salvo la felicidad.

son pocas las anécdotas/muchas las reflexiones
a través de las cuales se configura el pensamiento de un hombre tan resuelto como el barón de Teive
pensamiento asumido como superior
superioridad como causa de su muerte

desde que existe inteligencia,
toda la vida es imposible.
el sueño, cuando demasiado vívido o familiar, se vuelve
una nueva realidad; tiraniza como ella; deja de ser refugio [...]
repudié el sueño como un vicio de colegial o de loco. pero
repudié también la realidad o antes, ella me repudió, no sé
por qué -por incompetencia, o por desaliento, o por incomprensión.
no serví para ninguno de los dos modos de gozar
-ni para el placer de lo real, ni para el placer de lo supuesto.

desdeñando hasta el más mínimo hálito de cualquier cosa que no sea razón
el barón llena su vida breve de una vacuidad plena
de una esperanza sin esperas

no es el dolor moral el que me lleva a matarme;
es la vacuidad moral en que el dolor se asienta.

como nada hice de mi vida, no tengo de qué acordarme
con nostalgia [...] nunca tuve nostalgias. no hay época
de mi vida que no recuerde con sinsabor. en todas fui el
mismo -el que perdió el juego o desmereció de la poca
victoria. tuve sí, esperanzas, porque todo es tener
esperanzas o es muerte.

para llegar al punto donde su orgullo cae tan bajo
que se erige en el punto más alto de su pensamiento

mi orgullo, sin embargo, nunca soportó que yo me
permitiese menos de lo que mi inteligencia podía hacer [...]
sólo toma parte en la vida real del mundo quien tiene
más voluntad que inteligencia, o más impulsividad que razón.

y el barón de Teive no se admite como un romántico
ni como ser humano
ni como esos hombres que hacen de propia tragedia
impulso de la tragedia universal:
tales actitudes no tienen cabida en una inteligencia como la suya
pero
sin embargo
vuelve la contradicción a hacerse en su alma

cuánto no bajaría yo frente a mí, y, en justicia,
delante de todo y de todos, si dijese ahora que
la primavera es triste, que las flores sufren, que
los ríos gimen tristezas, que en la propia canción
de los campesinos hay angustia y ansia, ¿por qué?
-¡porque álvaro coelho de athayde, décimocuarto
barón de teive
descubrió con pena que no puede escribir los libros que quiere!

hay pena, pero al igual que la muerte
es una pena asumida
circunscribo a mí la tragedia que es mía.
la sufro, pero la sufro cara a cara, sin
metafísica ni sociología.

me confieso vencido por la vida, aunque no me confieso abatido por ella.

y una derrota siempre victoriosa

confesándome vencido, me instituyo vencedor.

citas tomadas de "la educación del estoico", fernando pessoa, emecé, 2002.

miércoles, 16 de julio de 2008

principio del deseo: "bajo un manto de estrellas" (no. 19)

en esta casa todo es legítimo,
empezando por nuestros deseos.

principio del deseo: cómo empezamos a desear
deseamos lo que vemos todos los días, sin más
sin menos
en manuel puig el deseo se reformula a razón de otra constante:
la legitimidad del deseo volcado en los sentidos
en la memoria del cuerpo/de la piel
la memoria del tacto/de las sensaciones
la memoria del eterno deseo/de la siempre espera

dueña de casa:
en esta luz dorada, de las cuatro de la tarde, la que no deja olvidar. estábamos aquí mismo esperando

en "bajo un manto de estrellas"/pieza en dos actos
los personajes carecen de nombres propios
porque ellos no importan
lo único que importa son sus deseos y el pasado: un accidente, la muerte

son el dueño y la dueña de la casa,
esperando la llegada de la sirvienta que acaban de contratar,
esperando el cumplimiento de un secreto íntimo que sólo ellos conocen
esperando la llegada de su hija que ha salido al campo,
la hija adoptiva/adoptada,
enamorada/enamoradiza que se pierde a la mitad de sus delirios
en el laberinto de un solo deseo que dé sentido a su vida:

hija:
[...] era la primera vez que yo lo veía, pero tuve la sensación exacta de que ya antes lo había encontrado, y perdido, y que era eso lo que me había agitado siempre la existencia, como un mar encrespado por la luna
deseamos lo que no tenemos
la pérdida de la no-posesión nos estremece en lo cotidiano
sorprendentemente
en las cosas sencillas
la memoria de la hija, es una cosa sencilla que viene a detonar las alucinaciones familiares tan a flor de piel
tan ansiosas por surgir y plantarse en medio de la elegante sala de la casa de campo estilo post-art-nouveau y pre-art-déco
ella confiesa como si fuera algo vivido a plena conciencia

hija:
[...] en la oscuridad cerré los ojos y vi un lago, de un líquido azul claro que siempre había querido... ¿beber? ¿o flotar en él? un azul brillante, con ribetes más brillantes todavía. o era una piedra preciosa la que veía, una enorme agua marina, dentro de la cual yo nadaba. entonces él, que estaba perdido, cambió de voz, de pronto parecía contento, y me dijo que lo siguiera, porque había otro lugar mejor todavía, y no me lo podía imaginar. yo conocía el mundo entero, que era esa piedra preciosa, pero él me dijo que me estaba olvidando de algo, de los paisajes que había dentro de mí, montañas oscuras de odios, selvas de dolor donde se infiltran rayos de luz, como dudas, y otra vez el lago, pero ahora está dentro de mí, y tiene que ser otro quien se sumerja, dentro de mí, para apreciar la frescura del agua.

el novio la ha dejado para comprometerse con otra chica
y ella recuerda aquel primer encuentro
donde ya sabía que lo había perdido
pero la sublime confesión se ve interrumpida por la llegada
¿inesperada?
de el y la visitante
pareja vestida extrañamente con un atuendo de los años 20's
y en cuyas figuras habrían de ser reencarnados los deseos de cada miembro de la familia:
en la dueña de la casa, la espera eterna del amante evasivo

dueña de casa:
[...] mi miedo mayor ahora es que el infierno sea eso, esperarte eternamente sin que llegues jamás...
el abandono de su único amor verdadero
una añoranza por recuperar, al menos, la ilusión de que algo en ella continuaba vivo
aunque sólo fuera la sensación más mímina de estar todavía viva

dueña de casa:
[...] siempre me dio miedo esta hora, la muerte del día. porque no es cierto que el sol siempre vuelve a despuntar, las cosas algún día mueren.
[...]
era la primera vez que yo te veía, pero tuve la sensación de que ya antes te había encontrado, y perdido.

los recuerdos de la dueña de casa y su hija adoptiva
empiezan a mezclarse en el juego perverso y dulce de los recuerdos entrañables
porque no importa quién ha amado sino la sensación de haberlo hecho
sensación compartida y volátil
arraigada a la imaginación/idealización del objeto añorado
resbaladizo/engañoso/inasible
como nuestros deseos

el visitante:
[...] porque... la verdad -por esta vez- pude haber escapado a tu imaginación.
y ese escaparse es recordar
es dejarse vencer por lo que nos empeñamos en creer que es verdadero
y en olvidar aquello que pudiera opacar la ilusión de la que somos esclavos a voluntad

hija:
no... al entrar tú por esa puerta me olvidé de muchas cosas.
lo que era entes bello para mí, dejó de serlo, si no está de algún modo ligado a ti.
los personajes cambian
son asesinados
desaparecen
nada importa
porque siempre regresan representando otro papel
con otra ropa, pero con el mismo poder del deseo impreso en la mirada
con el único objetivo de reactivar la memoria corporal del otro
del que vive en la medida en que desea e idealiza

médico:
eso me temía, a mí siempre me imaginan mejor de lo que soy.

las cosas nunca vuelven a ser las mismas una vez que las hemos querido devorar
siempre hay un querer-más
aunque nunca se haya tenido nada
siempre permanece, después de todo, la espera

dueño de casa:
un ama de casa, con un secreto íntimo, siempre esperando que se repitiese el milagro.

la espera y la legitimidad de nuestros deseos.


citas tomadas de: "bajo un manto de estrellas" de manuel puig, seix barral, 1983.
imagen: "adán y eva" de tamara de lempicka.

domingo, 29 de junio de 2008

terceras orillas (no. 18)

los tiempos cambiaban en la lenta prisa del tiempo
joao guimaraes rosa
(1908-1967)

salir de puebla por la oriental
es hundirse en frecuentes surcos
alguna vez ríos
y amplios pastizales custodiados por montañas nebulosas
recordaba en mi camino la existencia de "la tercera orilla" de joao guimaraes rosa
y ahora que me aproximo a ella
encuentro un poco de la nostalgia y la incertidumbre
volcadas sobre una mesa de "la profética"
entre risas y tazas de café
en medio de ese recuerdo, pues,
para xóchitl y juana


hablaba de ríos secos
como de una hermenéutica del silencio
porque en ellos permanecen la forma/las piedras/ un algo del fluir seco de cada río en ausencia
el de guimaraes es en cambio un río amplio
nuestra casa, en ese tiempo, estaba aún más cercana al río, cosa de menos de cuarto de legua: el río por ahí se extendía grande, hondo, callado siempre. ancho, de no poder verse la otra orilla
pero en el que se sumerge una gran ausencia irreparable
inexplicable
ese gran río anfitrión de saudades
hospendando al hombre sencillamente resuelto y resignado

nuestro padre no regresó. no iba a ninguna parte. sólo ejercitaba la invención de permanecer en aquellos espacios del río, de medio a medio, siempre en la canoa, para no salir de ella nunca más.

para los que permanecen en esta orilla del río
la mudanza que el padre hace desde su casa a la canoa
al río
es motivo de discusiones y tristezas familiares
de elucubraciones
porque uno siempre quiere explicarse todas las cosas
como si de eso se tratara la vida
de una simple explicación lógica

todo lo cual no valió de nada. nuestro padre pasaba a lo largo, entrevisto o desleído, cruzando en la canoa, sin dejar que se acercase nadie a la mano o a la voz [...]
nuestro padre desaparecía por el otro lado, aproaba la canoa en el brezal de leguas que hay por entre juncos y matorrales, y él solo conocía, a palmos, su oscuridad [...]
no bajaba en ninguna de las orillas, ni en las islas y los bajíos del río, nunca más pisó suelo o pasto
quizás las dos orillas del río
sean eso un yo y un los otros
de frente
en silencio
intercambiando cómplices intuiciones de lo que el encuentro a la mitad del río podría llegar a ser

y jamás habló palabra con persona alguna. nosotros, tampoco, hablamos más de él. sólo pensábamos. no, nuestro padre no podía borrársenos, y si, por un rato, uno hacía como que olvidaba, era apenas para despertarse de nuevo, de repente, con la memoria, al provocarse otros sobresaltos
así
los tiempos cambiaban en la lenta prisa del tiempo
y aunque se insista en el recuerdo
hay quienes prefieren olvidar
y quienes se resignan a la maldición del tener-siempre-presente

pero yo sabía que él ahora se había vuelto greñudo, barbón, con uñas grandes, enfermo y flaco, negro por el sol y por los pelos, con aspecto de bicho, casi desnudo, aunque disponía de piezas de ropa que de cuando en cuando se le proporcionaban
por mucho que el tiempo nos recorra con su lenta prisa
la duda y la memoria nos enturbian los descansos
es necesario saber
que uno no debe saber algunas cosas
y sin embargo insistir en averiguarlas

y, resuelto, indagué, me dijeron lo que se decía: nuestro padre, alguna vez, había revelado la explicación al hombre que le preparó la canoa. pero, ahora, ese hombre ya había muerto, nadie que supiese, que hiciese memoria de nada. sólo las falsas habladurías, sin sentido, como ocurrió, en el comienzo, con las primeras crecientes del río, con lluvias que no escampaban, todos temieron el fin del mundo, decían que nuestro padre había sido elegido como noé, y que, por lo tanto, con la canoa se había anticipado

quizás el hombre reside en esa tercera orilla del río
en ese más allá inexplicable
mistíco-mito-milenario
en ese co-incidir: caer humano en la divinidad más pura
la carente de nombres
caer en ella como en un amplio río
y salir con la resolución de intuir al menos una gota mínima
de lo prístino/innombrable
soy hombre de tristes palabras
[...]
soy el que no fue, el que va a callar. sé que ahora es tarde, y temo concluir mi vida en la mezquindad del mundo. pero entonces, al menos que, en el capítulo de la muerte, me agarren y me depositen también en una simple canoa, en el agua, que no cesa, de extendidas orillas: y yo, río abajo, río afuera, río adentro -el río
fragmentos tomados de "la tercera orilla del río" de joao guimaraes rosa
imagen "sin título" de arathy fernández mendiburu

miércoles, 11 de junio de 2008

salomé/salomé (no. 17)

una de las versiones más poéticas de salomé
la re-encuentro a finales del siglo xix bajo el nombre de oscar wilde
n-h-ombre tan brillante como desafortunado
encuentro también un sentido de lo terriblermoso recubriendo los asuntos pronunciados con sus palabras
con su elegancia

salomé.dramanenunacto
publicada en 1894 (a mi gusto, su mejor obra de teatro)
presenta a un personaje, ya tan desprestigiado
cargado de símbolos y sueños
inmerso en una contemplación de la hermosura/su reflejo
salomé: ¡qué bonito es ver la luna! es como una flor de plata, fría y casta. sí, como la belleza de una virgen que ha permanecido pura.
entre pajes y guardias
bajo la luna, siempre la luna
salomé escucha la voz firme del profeta
lanzando sus visiones desde una mazmorra
salomé mira de frente la figura del profeta
que ha sido traido ante su presencia

salomé: sus ojos son lo más terrible de todo. ¡son como las cuevas negras donde moran los dragones! son como lagos negros, en los que riela errátil la luna.

ese mirar será la negación-la obsesión-la condena de quien mira sin ser ad-mirada

jochanaan: ¿quién es esta mujer, que me mira? no quiero tener sus ojos sobre mí. ¿por qué me mira así con sus ojos dorados bajo los resplandecientes párpados? no sé quién es ella. no quiero saber quién es. hacedla irse. no quiero hablar con ella.

salomé parece enloquecer ante la visión del profeta
pero sólo ha caído en las contradicciones/absurdos arrebatos
del amor

salomé: ¡jochanaan! ¡estoy enamorada de tu cuerpo! ¡jochanaan! tu cuerpo es blanco como los lirios en un campo no tocado por la hoz. tu cuerpo es blanco como la nieve en las montañas de judea. las rosas en el jardín de la reina de arabia no son tan blancas como tu cuerpo. ni las rosas en el jardín de la reina, ni los pies del alba en las hojas, ni el seno de la luna sobre el mar, nada en el mundo es tan blanco como tu cuerpo. déjame tocarlo, tu cuerpo [...]
salomé: estoy enamorada de tu pelo, jochanaan. tu pelo es como uvas, como racimos de uvas negras en las vides de edom. tu pelo es como los cedros, los grandes cedros del líbano, que brindan sombra a los leones y ladrones. las largas noches negras, cuando la luna se oculta, cuando las estrellas tiemblan, no son tan negras como tu pelo. el silencio del bosque... nada en el mundo es tan negro como tu pelo. déjame tocarlo, tu pelo.

la vehemencia de esta salomé parece agotarse ante el rechazo del profeta
ante la devoción divina que enceguece los ojos de jochanaan
pero ella mira ilimitadamente

salomé: no amo tu pelo. (con gran pasión) anhelo tu boca, jochanaan. anhelo tu boca, jochanaan. tu boca es como una cinta escarlata en una torre de marfil. es como una granada, partida por un cuchillo de plata. las granadas que florecen en los jardines de tiro, más ardientes que rosas, no son tan rojas. las rojas fanfarrias de las trompetas, que anuncian el llegar de los reyes y ante las que tiembla el enemigo, no son tan rojas como tu roja boca. tu boca es más roja que los pies de los hombres que pisan las uvas en el lagar. es más roja que las patas de las palomas que viven en los templos. tu boca es como una rama de coral en el crepúsculo del mar, como la púrpura en las minas de moab, la púrpura de los reyes... (fuera de sí) nada en el mundo es tan rojo como tu boca. déjame besarla, tu boca.


la historia sigue
herodes promete
salomé baila
siete velos ondean frente a otra mirada
ojos de herodes
salomé baila
salomé exige el cumplimiento de una promesa

un gigantesco brazo negro, el brazo del verdugo, se extiende fuera de la cisterna,
sosteniendo en una bandeja de plata la cabeza de jochanaan; salomé la coge.
el cumplimiento de un deseo llega en bandeja de plata
con gotas de sangre color bocañorada
con un cierto olor a venganza
que vuelve a ser pasión irremediable

¡ah! no quisiste dejarme besar tu boca, jochanaan, bien, la besaré ahora! quiero morderla dentro con mis dientes, como se muerde una fruta madura. sí, quiero besarla ahora, tu boca, jochanaan [...] ¿pero por qué no me miras, jochanaan? tus ojos, que eran tan terribles, tan llenos de furia y desprecio, están ahora cerrados. ¿por qué están cerrados? ¡abre tus ojos, levanta tus párpados, jochanaan!¿por qué no me miras? ¿tienes miedo de mí, jochanaan, que no quieres mirarme? y tu boca no dice una palabra, jochanaan, este áspid escarlata que escupía su veneno contra mí. es extraño, ¿no? ¿cómo es que este áspid rojo ya no se mueve? tú hablabas palabras malas contra mí, contra mí, salomé, la hija de herodías, princesa de judea. ¡pues bien! yo vivo aún, pero tú estás muerto, y tu cabeza, tu cabeza me pertenece. puedo hacer con ella lo que yo quiera. puedo arrojarla a los perros y a los pájaros del aire. lo que los perros dejen, los pájaros del aire deben devorarlo... ¡ah! ¡ah! jochanaan, jochanaan, eras hermoso. tu cuerpo era una columna de marfil sobre pies de plata. era un jardín lleno de palomas en el brillo de lirios de plata. nada en elmundo era tan blanco como tu cuerpo. nada en el mundo era tan negro como tu pelo. en todo el mundo nada era tan rojo como tu boca. tu voz era un incensario, y cuando yo te miraba, oía música misteriosa.
el misterio de la luna
reflejo del amor y de la muerte

(salomé está sumida en la visión de la cabeza de jochanaan)
¡oh! ¿por qué no me has mirado, jochanaan? pusiste sobre tus ojos la venda de uno que quería ver a su dios. ¡bien! tú has visto a tu dios, jochanaan, pero a mí, a mí, a mí, nunca me has visto. ¡si me hubieras visto, me habrías amado! tengo sed de tu belleza. tengo hambre de tu cuerpo. ni vino ni manzanas pueden calmar mi deseo... ¿qué debo hacer ahora, jochanaan? ni las corrientes ni las grandes aguas pueden apagar este desear abrasador... ¡oh! ¿por qué no me miraste? si me hubieras mirado, me habrías amado. lo sé bien, me habrías amado. y el misterio del amor es mayor que el misterio de la muerte...
imagen: "salomé" de aubrey beardsley (1872-1898)

viernes, 30 de mayo de 2008

dos rayos de luna (no. 16)


no sé cuándo fue la última vez que miré un rayo de luna
quizás fue en el mar
en boca del río
pero ahora no estoy segura de que esa noche hubiera luna
desde hace algunos meses he seguido los escritos de laura méndez de cuenca
escritora decimonónica más conocida por su relación amorosa con el poeta famosamente suicida
manuel acuña
que por sus poemas cuentos crónicas artículos novela
me ha llamado la atención un cuento en particular:
"un rayo de luna"
(-como el de bécquer- pensé)
como el de aquel loco romántico que pasa sus tardes
sus noches
con los sentidos abiertos sumergiéndose en la naturaleza como intentando develar sus secretos

en las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en las grietas de las peñas, imaginaba percibir formas o escuchar sonidos misteriosos, formas de seres sobrenaturales, palabras ininteligibles que no podía comprender.
como el de aquel locoromántico
que se enamora de una mujer hermosa que, al igual que él, deambula por los bosques
y que ha sido iluminada por un rayo de luna
para que él la descubriera en medio de la noche

la media noche tocaba a su punto. la luna, que se había ido remontando lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del duero, manrique exhaló un grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de temor y de júbilo. en el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca, que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. la orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en que el loco soñador de quimeras o imposibles penetraba en los jardines.

como buen romántico
al final llega el desencanto el engaño el reencuentro con las apariencias y con la verdad

aquella cosa blanca, ligera, flotante, había vuelto a brillar ante sus ojos, pero había brillado a sus pies un instante, no más que un instante. era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba a intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando el viento movía sus ramas.
el loco romántico advierte que todo ha sido una ilusión
un rayo de luna en el sentido más despectivo:
una nada
una mentira ridícula que viene a ponerle nombre a todo lo que para él ha dejado de tener sentido en la vida

-¡el amor!... el amor es un rayo de luna -murmuraba el joven.
-¡la gloria!... la gloria es un rayo de luna.

"un rayo de luna"
gustavo adolfo bécquer
(1836-1870)
pero el de laura méndez era otra cosa
diferente y no
era un diálogo con bécquer
como una respuesta quizás
compartir un re-encuentro
no era una noche tibia de primavera, de esas impregnadas de perfume de flores tropicales, de cielo dulcemente gris de color de perla con nubes encarrujadas en el horizonte, cuando el misterioso rayo de luna llenó mi alma de emoción hasta entonces nunca sentida; bien segura estoy de que las mordentes ráfagas de octubre habían despojado de sus hojas a los recios árboles, sin preocuparse de la suerte de los pobrecitos gorriones que entre hojas y capullos sabían fabricarse nidos de arquitectura tan perfecta como la de los palacios góticos y los castillos señoriales de la edad media.

aquí no hay paseos nocturnos por el bosque
pero sí la contemplación de la naturaleza
con sus misterios fantásticos y la imaginación abierta de quien la mira

la población de la ciudad fantástica era también de lo más extraño: hombres muy altos, mujeres blancas y deformes. una llevaba unidas a la espalda abiertas alas de halcón; otra se cubría la cabeza con descomunal casco romano.
aquí la luna no se finge objeto de deseo
sino que lo ilumina
lo insinúa en sus rasgos más sugerentes

de súbito, gruesos nubarrones plomizos que se empujaban unos a otros, arremolinándose hacia el occidente, dejaron en tinieblas el objeto de mi atención: la ciudad fingida en el volcán muerto. Entonces, un rayo de luna, un indiscreto rayo de luna que se enderezó hacia el bosque, dejóme ver ¡lo que nunca viera!: un airoso busto, una mano morena y nerviosa recorriendo los trastes de la guitarra y unos ojos negros como la sombra de los árboles, que me miraron abrasándome, y que yo siento me miran todavía.
lo insinúa
y luego lo desaparece a la vista de la espectadora
para dar lugar a una impresión todavía más entrañable
y triste

[...] el airecillo sutil, que seguía jugueteando entre las hojas, trajo a mi oído un preludio de guitarra, un acorde y, luego, los dulces ecos de una voz deleitosa y robusta, que entonaba una canción del país:
te vas y en la mar te meces
sobre las ondas de blanca espuma
que dora el sol;
mañana niña, estaremos
separados muy lejos,
tristes tú y yo.
"un rayo de luna"
laura méndez de cuenca
(1853-1928)

un rayo de luna, gustavo adolfo bécquer
un rayo de luna, laura méndez de cuenca: méndez de cuenca, laura. "impresiones de una mujer a solas". antología general. selecc. y estudio preliminarpablo mora [...] méxico: fce, fundación para las letras mexicanas, unam, 2006.
imagen: "cazadora de astros", remedios varo.

sábado, 24 de mayo de 2008

de vuelta al idilio (no. 15)


recuerdo que hace muchos años -casi quince- el "idilio salvaje" era el poema que siempre me saltaba de una antología que no sé quién había llevado a casa
en la portada habían hojas secas
pero no con con la nostalgia que se le ha atribuido tan torpemente al otoño
era más bien una hojarasca pequeñamente alegre
como para no pisarla
pensaba que el "idilio salvaje" era demasiado largo/demasiado complejo/no entiendo nada
además, el nombre de othón me parecía lejano
como que no era un nombre de hombre
sino de una cosa
de una cosa lejan(a)jena


ahora
mi reencuentro con ellos (con othón y con el idilio) resulta avasallador
indescriptible como el desierto en que se ahogan ese "yo" y sus palabras:
I
¿Por qué a mi helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?... Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.

Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.

Mas si acaso no vienes de tan lejos
y en tu alma del placer aún quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.

Si no, ven a lavar tu ciprio manto
en el mar amarguísimo y profundo
de un triste amor o de un inmenso llanto.

V
¡Qué enferma y dolorida lontananza!
¡Qué inexorable y hosca la llanura!
Flota en todo el paisaje tal pavura
como si fuera un campo de matanza.
Y la sombra que avanza, avanza, avanza,
parece, con su trágica envoltura,
el alma ingente, plena de amargura,
de los que han de morir sin esperanza.

Y allí estamos nosotros, oprimidos
por la angustia de todas las pasiones,
bajo el peso de todos los olvidos.
En un cielo de plomo el sol ya muerto,
y en nuestros desgarrados corazones
¡el desierto, el desierto... y el desierto!

VI
¡Es mi adiós!... Allá vas, bruna y austera,
por las planicies que el bochorno escalda,
al verberar tu ardiente cabellera,
como una maldición, sobre tu espalda.

En mis desolaciones ¿qué me espera?...
-ya apenas veo tu arrastrante falda-
una deshojazón de primavera
y una eterna nostalgia de esmeralda.

El terremoto humano ha destruido
mi corazón, y todo en él expira.
¡Mal hayan el recuerdo y el olvido!

Aún te columbro y ya olvidé tu frente:
Sólo, ¡ay!, tu espalda miro, cual se mira
lo que huye y se aleja eternamente.

manuel josé othón (1858-1906)
imagen: "la mano del desierto" de mario irrázabal, ubicada al sur de antofagasta

lunes, 12 de mayo de 2008

en torno a un tema erótico (no. 14)


te llevo en el corazón,
nimbada de mi sofisma.
julio herrera y reissig
tertulia lunática
herrera y reissig hablaba de la negra flor
de la lepra azul del idealismo con su erotismo cancerígeno-canceroso
que como un monstruo invasor del adentro
iba carcomiendo el corazón con su gangrena parasitaria
en 1910 muere herrera y reissig

(poeta uruguayo quien por cierto desde muy niño padeció una afección del corazón)
y nace concha urquiza, para quien el erotismo retomó los cauces místicos
las profundidades del amor divino/divinizado en su imposibilidad

te llevo en el corazón,
nimbada de mi sofisma

son las palabras que anteceden los cinco sonetos en torno a un tema erótico de concha urquiza y que trasforman el siniestro aneurisma de herrera y reissig en la quietud violenta de un amor terrible

III
[...]
cuando la sangre el corazón satura
de sólo tu sabor -término medio
en loco silogismo de amargura-,


inaccesible al implacable asedio,
como trozo de plomo en agua obscura
húndese el alma en silencioso tedio.
amor ya no ideal
sino perfecto en cuanto irrealizable
forjado en la fantasía
en la obsesión de las figuras recreadas
revividas en la memoria más punzante, la de los sentidos
II
[...]
multiplica en erótico miraje
la ciudad mi dolor y tu presencia,
y afluye la obsesión a la conciencia
en fatigado, turbador oleaje.


cuando aun la piedra exánime te nombra,
en vano retrocede mi suspiro
desandando el camino de tu sombra;
en vano te defiendo mi retiro:
roto estás en el polvo que lo alfombra
y en el aire de plomo que respiro.
memoria que también carcome
devoradora parasitaria de lo que por dentro nos sostiene
de lo que por dentro nos condena y salva
pesadilla ambivalente en medio del soñar que nos hace dioses
y no del pensar que nos asemeja a mendigos
(según recordaba hölderlin)
donde la duda brota finalmente
-en el centro del corazón- como una negra flor de erotismo
V
[...]
te he engendrado en mi lumbre y mi universo,
en tu forma plural he proyectado
la queja vaga y el afán disperso.

dudando está el espíritu sitiado
si eres mi sangre disculpada en verso
o mi dolor en carne figurado.

cinco poemas en torno a un tema erótico: tomados de el corazón preso de concha urquiza publicado por conaculta en 1990 en la tercera serie de lecturas mexicanas

jueves, 1 de mayo de 2008

máscara de esperas (no. 13)


la historia es sencilla: hanako y yoshida se reeencuentran, identifican los abanicos que mucho antes habían intercambiado y recuperan su amor

yukio mishima vuelve a la historia de hanako la mujer del abanico, pero ahora la recuerda triste, en una eterna espera
en espera del amor y la llegada de yoshio

jitsuko: "triste amor de una loca. es la estación x de la línea inogashira... en un asiento de la sala de espera de la estación x puede verse todos los días, con sol o con lluvia, a una loca hermosa que lleva un abanico en la mano [...]"

hanako sabe que vive para esperar mientras el resto de los rostros humanos desfilan ante ella
como llevando máscaras vacías
como recreando la muerte
la muerte que es esperar

hanako: yo nací para esperar, ¿no es cierto? [...] mi cuerpo está lleno de esperas. a las flores del atardecer les llegan las tinieblas de la noche; a las flores de la aurora les llegan siempre las mañanas; pero yo espero; sí, espero, y mi cuerpo está lleno de hojas de pino que me lastiman. los hombres, ¿no viven esperando y haciendo esperar? (señala su cuerpo con el dedo) ¿este es mi cuerpo? ¿soy una ventana que no se cierra? [...] ¿se pude vivir sin dormir? ¿soy una muñeca que no duerme?
el sueño no anula la espera
la prolonga
el desencanto vertido por mishima suspende el tiempo
y por momentos un dejo de esperanza pareciera asomar a través de la ventana del cuerpo de hanako
hanako: así pareceré una pequeña isla que está durmiendo
[...] en esa isla la luna sale de día y el sol ilumina en la noche, y de nada sirve el reloj. yo también desde hoy tiraré el reloj.
jitsuko (desalentada): ¿por qué?
hanako: así ya nunca más saldrá el tren.
sin embargo, la fatalidad termina imperando
en toda posible alegría subyace el juego de la fortuna
el juego de la mirada -con su sordera y sus atragantos-
y el peor de todos: el juego de la memoria
yoshio regresa
pero él también es una máscara sin vida reclamando el amor de la loca del abanico,
quien lo despide sin reconocerlo
hanako -cualquiera- moriría si dejara de esperar
hanako (jugando nuevamente con el abanico):
hay que esperar... esperando, esperando... y así termina el día.
jitsuko: tú esperas... yo no espero nada.
[...]
hanako: yo espero... así el día de hoy también termina...
jitsuko (relampagueándole los ojos): ¡oh, maravillosa vida!
telón

todas las citas fueron tomadas de "la mujer del abanico" en "la mujer del abanico y seis piezas del teatro noh moderno", versiones de yukio mishima, buenos aires: la mandrágora, 1959

lunes, 28 de abril de 2008

ciudad de palabras (no.12)


la memoria es una gran bendición peter. lo mejor después de la muerte
ciudad de cristal
paul auster (1985)

la cita es pronunciada por un hombre roto con memoria de cristal
hombre incapaz de recordar al hombre que tiene en frente y con el que ha dialogado esa misma mañana
peter stillman deambula por las calles de la ciudad de nueva york
recogiendo trozos de cosas inservibles
ejemplos de inutilidad y desperdicio humano
su búsqueda, sin embargo, es compleja
pero incapaz de sobrevivir
su verdadera búsqueda reside en las palabras

la mayoría de la gente no presta atención a esas cosas. creen que las palabras son como piedras, como grandes objetos inamovibles sin vida, como mónadas que nunca cambian.
-las piedras cambian. el viento y el agua pueden desgastarlas. pueden erosionarse. pueden machacarse, pueden convertirse en pedazos, en grava, en polvo

las palabras que dan nombre y significan se deshacen y retuercen desde las primeras líneas
daniel quinn es william wilson es max work es paul auster es peter stillman
es nadie
otro hombr-escindido
otra cosa-caos

porque nuestras palabras ya no se corresponden con el mundo. cuando las cosas estaban enteras nos sentíamos seguros de que nuestras palabras podían expresarlas. pero poco a poco estas cosas se han partido, se han hecho pedazos, han caído en el caos. y sin embargo nuestras palabras siguen siendo las mismas. no se han adaptado a la nueva realidad. de ahí que cada vez que intentamos hablar de lo que vemos, hablemos falsamente, distorsionando la cosa misma que tratamos de representar. esto ha hecho que todo sea confusión y desorden.

un hombre huevo más en la ciudad de nueva york
en cualquier sitio
emprendiendo la aventura detectivesca
(todos somos búsqueda)
donde la pérdida es tan contundente como nulo es el hallazgo

porque todos los hombres son huevos, en cierto modo. existimos, pero aún no hemos alcanzado la forma que es nuestro destino. somos puro potencial, un ejemplo de lo por venir[...] humpty dumpty también es un ser caído. se cae del muro y nadie puede volver a juntar los pedazos [...] pero eso es lo que debemos esforzarnos en conseguir

aunque la empresa es infructuosa las huellas siguen latentes ante los ojos de quien busca
(stillman-auster-quinn-work-wilson: sólo son nombres)
e insiste en ella
perdiéndose en el eterno laberinto de cristal
-frágil, transparente, engañoso-
laberinto del decir
de palabras y de memoria
humpty dumpty bosqueja el futuro de las esperanzas humanas y da la pista para nuestra salvación: convertirnos en los amos de las palabras que decimos, hacer que el lenguaje responda nuestras necesidades.
ocultar las ruinas de la torre de babel
y recordar eternamente

todas las citas fueron tomadas de "ciudad de cristal" de paul auster, anagrama. esta novela es la que abre "la trilogía de nueva york", conformada también por "fantasmas" y "la habitación cerrada"
imagen: "ciudad y niebla" de raquel saéz fliquete

miércoles, 16 de abril de 2008

beloff recuerda (no. 11)


escribo por escribir, simplemente para recordar, sin ningún plan preconcebido

a los 85 años angelina beloff aún recordaba su infancia en el norte de rusia, presenciando desde su ventana aquellas noches blancas tan entrañablemente evocadas por dostoievski, luego vendría la familia, los viajes, las primeras aproximaciones a la pintura y entre ellas, el irremediable encuentro con diego rivera

en aquella época diego no estaba tan gordo como años después. maría y él hablaban en español y yo no entendía una palabra de ese idioma. (1909, brujas)


retomo las memorias de beloff* luego de la reconstrucción/reciclaje que poniatowska hace de aquella historia entre angelina y diego en querido diego, te abraza quiela

los personajes son distintos casi en su totalidad, sin embargo en ambas reconstrucciones de la misma historia permanecen rastros de lo que fueron esos diez años juntos como amantes y como artistas

diego decía "uvas con queso saben a beso", pero yo no estaba conforme con aquella dieta [...]en aquella época vivíamos felices, trabajando y paseando [...] hablábamos de pintura, de sus problemas y sus dificultades, y discutíamos de otros muchos temas más, que a su vez, traín a colación otros problemas... (verano de 1913, toledo)


lo de-más es retomado por angelina con la simpleza de la distancia y el tiempo, pero con la ternura de lo entrañable

yo disfrutaba todas esas relaciones interesantes y mi amistad con la gente solía durar más que la de diego. creo que él se interesaba en la gente mientras sabía que podía nutrir su espíritu con la relación, pero perdía todo interés cuando sentía que aquella fuente se había agotado. (1913, parís)

y la pesantez de lo terrible

la guerra continuaba y se dejaban sentir algunas restricciones, pero todavía no muy severas. algunos de los pintores conocidos nuestros habían sido movilizados [...] cuando llegaban de permiso, no tenían ganas de hablar de la guerra. habían estado demasiado cerca de la muerte [...] (1915-16, españa)

mi hijo murió en octubre de 1917, cuando tenía un año cuatro meses (1917, parís)

aquella noche no pudimos dormir por el estruendo de los cañones y el espectáculo que nos ofrecía aquel cielo rojo atravesado por luces fugaces. (1917-18, parís)


luego de la guerra, los viajes, las exposiciones y la separación -tan inevitable como necesaria- y el camino pendiente por recorrer rumbo a méxico

yo empezaba a acostumbrarme a mi trabajo, y como la gente me veía como una novedad y además era "primera mujer de diego rivera", me invitaban a todas partes. (1932, méxico)

y bajo este título permanecería en méxico desarrollando su obra pictórica, dando clases y sobreviviendo siempre en silencio

muchas veces encontraba a diego en méxico; no le reproché nada pero siempre me burlaba un poco de él -ésa era mi venganza. ahora lo siento, pero la vida de diego en méxico era ajena a la mía; él siempre estaba rodeado de gente que le alababan, mujeres que codiciaban llevar su apellido y yo luchaba trabajando y pintando (hacia 1964, méxico)


*todos los fragmentos son tomados de las memorias de angelina beloff, publicadas en el 2000 por la unam
*imagen: retrato de angelina beloff, (1909) por diego rivera