martes, 3 de junio de 2014

jugar con el amor, la vida y otras criaturas fantásticas (no.77)

Image1. En el principio fue una poesía para adentrarse en uno mismo, un intento por convivir con la condición humana que inevitablemente nos juzga y determina. Era una poesía que intentaba dejar al descubierto las preguntas, el por qué y el para qué de la sangre que nos rige. Eran unos versos que iniciaban un vuelo hacia otra parte, muy lejos del destino inscrito de antemano en nuestros nombres.
Viaje

Viajo
y también el camino viaja

el camino respira
con profundo y oscuro aliento
no tengo tiempo para respirar
sigo viajando

no tropiezo ya
con la piedra adormecida en el camino
viajo más ligero

no me entretiene ya
el viento desocupado
como si no me percibiera
viajo más rápido

mis pensamientos me dicen que he dejado
algún sangriento algún sordo dolor
conmigo en el fondo del abismo

no tengo tiempo para reflexiones
viajo

2.
En el principio fue el juego. Jugar es cosa de animales y de hombres. Nadie conoce a ciencia cierta las reglas, pero todos se aventuran sobre el lomo de los dados. El juego más peligroso es el del amor. Dicen. Y decir es cosa fácil para quien mira desde afuera.
Después del juego

Al final las manos se toman de la barriga
para que la barriga no reviente de risa
pero allí no hay barriga

sólo una mano se levanta
para quitar el sudor frío de la frente
pero tampoco hay frente

la otra mano aferra el corazón
para que no salte del pecho
y tampoco hay corazón

ambas manos caen
ociosas en el regazo
tampoco hay regazo

sobre una palma cae ahora la lluvia
de la otra crece la hierba
qué decirte

En el amor se pone a prueba la ternura, la capacidad para reírse de uno mismo, la habilidad para las metamorfosis más extraordinarias y la vocación para el olvido. Debe tenerse especial disposición para sobrevivir a la sorpresa y lidiar con el monstruo, con el que somos y con aquel en que habremos de convertirnos. Nadie mejor que el amor para explicar la naturaleza de los personajes de la literatura fantástica.
Al final

Hueso yo hueso tú
por qué me has tragado
no me veo más

qué te pasa
eres tú quien me ha tragado
tampoco yo me veo

dónde estoy ahora

ahora ya no se sabe
dónde está quién ni quién es quién
todo es un horrible sueño del polvo

¿me oyes?

te oigo y me oigo
un nardo alardea desde nosotros

Al final del juego y el amor a veces sólo queda la monstruosidad a solas llorando su tristeza, el trueque justo, el intento vano por restablecer el equilibrio: devolvernos todo cuando ya no queda nada.
Devuélveme mis trapitos
no te burles monstruo

ocultaste el puñal bajo el pañuelo
te excediste hiciste una zancadilla
arruinaste el juego

que se me revuelva el cielo
que el sol me rompa la cabeza
que mis trapitos se dispersen

no te burles monstruo del monstruo

devuélveme mis trapitos
yo te devolveré los tuyos

Por fortuna, después vienen otros juegos, y la poesía también habla de ellos y se convierte en su cómplice y se acompañan en la sorpresa y el descubrimiento de otros azares. Por fortuna, pasado el desasosiego uno descubre que las cosas son las cosas y mucho más, que uno lleva en el centro cosas vivas, plantas y animales que gimen y crecen. Y lo mejor de todo es que uno sigue jugando.
El error arrogante
Había una vez un error
tan ridículo tan pequeño
que nadie lo hubiera percibido

no quería
ni mirarse ni oírse

qué no imaginó
para mostrar
que en realidad no existía

imaginó el espacio
donde alojar sus pruebas
y el tiempo que las cuidara
y el mundo que las viera

todo cuanto imaginó
no era ni tan ridículo
ni tan pequeño
pero era naturalmente erróneo

¿podría ser de otro modo?

4. Tiempo después fue el clímax y el declive, el epílogo al juego filosófico y la ternura inherente a la nostalgia. Fue el pensar en los sentidos del pasado, una búsqueda por resarcir los daños, cerrar los ciclos, dormir en paz. La poesía entonces buscó decirse a sí misma, regresar a los sitios de su infancia y devolver los juguetes robados, pedir perdón a los niños ofendidos. La poesía después se preguntó a sí misma cuál era su sentido, quién –si alguien hay– escucha lo que dice.
Ofrenda al lobo cojo
Levanta la piedra de tu corazón
lobo cojo

y muéstrame cómo transformas
la piedra en una nube portadora de sol
y la nube en un ciervo de dorados ojos

y si no te cansa muéstrame
cómo conviertes el ciervo en blanca albahaca
y la albahaca en una golondrina de seis alas

y muéstrame si aún te acuerdas
cómo transformas la golondrina en una serpiente-fuego
y la serpiente en una piedra preciosa

levanta la piedra de tu corazón
y colócala en el mío
lobo cojo

5. Hacia el final la poesía fue recuento y despedida. Más o menos. Urgencia por contar las cosas de diario, por dejar ahí constancia del abuelo y el amigo, de los sitios visitados, de aquello que queda cuando poco a poco en torno nuestro se van desvaneciendo los días.

Poema de la gran ciudad
Hace tiempo me dijo
mi mujer
por la que haría todo

querría tener
un pequeño árbol verde
que corriera en pos de mí por la calle


6. Al final queda un camino de vida. La poesía como recorrido, punto de partida y destino, juego perpetuo al cual regresar en cada momento. Esto es apenas un esbozo de la poesía, el camino y la vida de Vasko Popa (Serbia 1922-Belgrado 1991).



Todos los poemas citados fueron tomados de:
Popa, Vasko. Poesía. Trad. Juan Octavio Prenz. México: Cálamo; FCE, 2012.
Imagen de Vladimir Dunjic (Serbia, 1957): http://www.tuttartpitturasculturapoesiamusica.com/2011/05/vladimir-dunjic-serbia.html