Como introducción a su ¿Hay vida en la tierra? (Almadía 2012),
recopilación de cien historias publicadas en columnas de diversos periódicos,
Juan Villoro habla de la necesidad de un periodismo que apele a la tentación
del lector, a esas historias de “antojo” que “encandilan con algo que podríamos
ignorar”. Más allá de la información necesaria sobre política, economía,
sucesos de interés general y demás, los diarios deberían incluir esas piezas de
los “periodistas de tentación” donde se recupera y adereza la vida cotidiana, y
posteriormente es leída por el puro placer de acceder a un espacio privilegiado
de belleza.
Creer que hay belleza en el más
nimio detalle o coincidencia que nos depara el andar de todos los días, es
creer que aún hay algo de esperanza en lo que hacemos; reconocerla en sucesos extraordinarios,
históricos, surgidos de la inconformidad y la voluntad para cambiar el curso de
un país en agonía, es comprobar que todavía tiene sentido congregarnos por un bien
común con la esperanza de que el estado de cosas seguramente va a cambiar. “En
una época de simulacros, marcada por la televisión, el universo digital y otros
filtros, de pronto algo es misteriosamente real”, continúa Villoro, y ese algo
real lleno de misterio es lo que queda palpitando mucho tiempo después de
haberlo descubierto.
La marcha antiEPN llevada a
cabo ayer sábado 19 de mayo en el zócalo capitalino, fue histórica,
extraordinaria y bella en muchos sentidos. No fue sólo una congregación
multitudinaria de personas en abierta oposición a que el candidato por el PRI,
Enrique Peña Nieto, ocupe la presidencia, sino una celebración del poder de la
gente, del sentido del humor y la ironía, del simbolismo implícito en caminar
todos juntos desde el corazón del país hacia un mismo fin: el Ángel de la Independencia.
No es que la nota trágica hubiera estado ausente, al contrario, múltiples
mantas, pancartas, lonas impresas, camisetas y una pantalla gigante, estaban
ahí para dar cuenta de que después de todo, sí somos un país con memoria, que
tiene muy presentes episodios tan terribles y doloroso como Tlatelolco y Atenco,
como los miles de torturados, asesinados y desaparecidos de la actual y absurda
guerra contra el narcotráfico. Digo celebración como digo exhibición pública y
crítica (pero también llena de algarabía) de la corrupción, la mentira, la represión y la
hipocresía de un partido y un candidato que aspiran llegar pronto al poder a
través de la promoción, por demás deleznable, de unos medios de comunicación
igualmente corruptos y censores. Digo celebración, como digo reunión festiva,
en este caso, de miles de personas dispuestas a no creer más en las imágenes de
plástico de las televisoras oficiales, en las encuestas vendidas y las promesas
huecas de campaña.
Algo se volvió misteriosamente
real el día de ayer, algo que tiene que ver con la expresión de una voluntad
colectiva y genuina, llena de la creatividad de un sector de la sociedad que ha
decidido asumir su papel dentro de ella y expresarse con una de las mejores
armas contra la imposición y el autoritarismo: el sentido del humor. Por eso, después
de la marcha entre el zócalo capitalino y el Ángel, quedan palpitando los
signos, las palabras, las risas, las miles de voces:
“Peña el que no brinque”, “Encuestas
vendidas, Peña no va arriba”, “Yo leo, no veo Televisa”, “No más PRI”, “Gaviota,
tu esposo es un idiota”, “Ni un voto, PRI=PAN”, “Yo no vine por mi torta, vine
por mis huevos”, “EPN ¡NO!”, “Ni un voto al PRIAN”, “Yo leo, no veo Televisa”, “Se
ve, se siente, Enrique es delincuente, se ve, se nota, su cola de ratota, no lee
y se nota, Peña miente es un idiota, Peña no cumple”, “Ni panista ni
perredista. Soy mexicana y conozco la historia. No a EPN”, “Voto informado, no
manipulado”, “Peña Nieto, México no te quiere”, “NO + PRI”, “EPN, gobernar
México no es una telenovela”, “EPN: la prole no te quiere”, “Peña, cae bastardo”,
“Este señor tiene derecho a no leerme, a lo que no tiene derecho es a ser
presidente a partir de la ignorancia” (lema junto a una imagen de Carlos
Fuentes)…
Y a la par con las voces, las imágenes: ratas gigantes con el rostro de Carlos Salinas o Enrique Peña
Nieto, un títere de EPN manipulado por Salinas, un copete atravesado por la
línea roja diagonal de está prohibido, camisetas blancas y negras con “NO + PRI”
o “Peña no cumple” en las espaldas, máscaras de Guy Fawkes cubriendo los
rostros de los manifestantes, cartulinas con mensajes diversos: “Yo sí tengo
memoria: Tlatelolco, Acteal, Aguas Blancas, Devaluación 1994”, “No le regales
tu voto a Peña Nieto, mejor regálale un libro”, “Soy Cecilia F. Soy
desempleada. Me niego a aceptar la realidad maquillada que quieren imponer las
televisoras”, “Me comprometo a madrearte como a los de Atenco”…
Esta mañana, la prensa muestra
diversos aspectos de la marcha antiEP. La cifra de asistentes a la del zócalo
capitalino oscila, según la versión que se consulte, entre los 10 mil y los más de 40 mil
asistentes. No han faltado los encabezados que han tendido a politizarla (“Llama
Josefina a tomar las calles contra Peña Nieto” del Milenio) o minimizarla
relegándola a espacios menos protagónicos en sus páginas (véase p.e. la edición
de este domingo del Diario de Xalapa). Por fortuna e independientemente de los
medios oficiales, sobreviven y se difunden sin censura cientos de videos y
fotografías de quienes tuvimos la oportunidad de estar ahí. Creo en esas
imágenes y en todo lo que misteriosamente pueden convertir en real, pues como
afirma Wilde, como asume Villoro, “puedo resistirlo todo, salvo la tentación” de
hablar de su belleza y compartirla con otros, en este caso como una historia
que encandila pero no puede ser ignorada.
México, D.F. 19 de mayo
Xalapa, Ver. 20 de mayo
No hay comentarios:
Publicar un comentario