sábado, 23 de agosto de 2008

tocar el tiempo de marte (no. 23)

en el prólogo a las "crónicas marcianas" de ray bradbury, borges apunta:
a principios del siglo xvi, ludovico ariosto imaginó que un paladín descubre en la luna todo lo que se pierde en la tierra, las lágrimas y suspiros de los amantes, el tiempo malgastado en el juego, los proyectos inútiles y los no saciados anhelos


I
(los primeros pasos)
los humanos invaden marte en el lapso que corre de enero de 1999 hasta octubre de 2026:
modestas expediciones aventuran los primeros pasos
luego, oleadas multitudinarias llegarían a ocupar las ruinas del planeta rojo
sus canales secos, sus calles y avenidas milenarias, los sitios entrañables forjados por aquellos para quien el aire enrarecido de marte no tiene nada de extraño
es curioso, marte se parece muchísimo a la tierra
o quizá, a través de un exquisito dominio del arte telepático, los marcianos logran crear esa idea en la imaginación humana
da lo mismo, la ilusión de similitud pierde a los hombres
los lleva a su propia muerte

II
(porque las cosas tienen que ser así: a nuestra imagen y semejanza)
en los años cuarenta bradbury publica una serie de crónicas que dan cuenta de esta invasión
podríamos cambiar el nombre de "marte" por el de cualquier sitio,
la historia seguirá siendo la misma:
un país poderoso/megalómano/con unas ansias incorporativas/expansionistas/ cercanas a la demencia
empeña sus esfuerzos en conquistar al otro
en ejercer dominio sobre su tiempo/espacio
en anular su historia/origen/memoria e inaugurar un nuevo estado de cosas con los nombres que le significan al invasor y que harían olvidar al otro su identidad
...
lo demás se reitera cada día con una puntualidad pertinaz

III
(el terrible reflejo)
por hombre valiente tengo a borges en cuanto a su aborrecimiento de los espejos y la cópula.
yo no los aborrezco
sencillamente aventuro la mirada hacia el espejotro
espero el reflejo y todo lo que tenga que ofrecer.
los hombres que llegan a marte no son muy distintos:
también observan, también esperan,
pero, en nuestra realidad y condición, siempre nos imponemos
tal vez por eso encontramos en la luna nuestras pérdidas
tal vez por eso, aún en el aire rarísimo de marte, el tiempo sabe (tristemente) a humano


IV
(tocar el tiempo de marte)
en agosto de 2002 sucedió un evento peculiar: se le conoce como "encuentro nocturno".
era una hermosa noche marciana.
entonces ya habían latinos en el planeta rojo, precisamente uno de ellos es el protagonista del suceso, tomás gómez y un marciano (dicen que son morenos y tienen los ojos amarillos -los marcianos, no los latinos).
esa noche el tiempo fue otra cosa:

esa noche había en el aire un olor a tiempo [...] la idea era divertida.
¿qué olor tenía el tiempo? el olor del polvo, los relojes, la gente. ¿y qué
sonido tenía el tiempo? un sonido de agua en una cueva y unas voces
que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre
tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. y aún más, ¿a qué se
parecía el tiempo? el tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente
en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien
millones de rostros que descienden como globos de año nuevo,
bajando y bajando hacia la nada. así era cómo olía el tiempo, cómo
sonaba y qué parecía [...] esta noche casi se podía tocar el tiempo.
el encuentro fue breve:
al principio no se entendieron, el marciano tuvo que asimilar el idioma inglés desde la cabeza de tomás. superada la barrera lingüística, se dieron cuenta de que también había una barrera temporal: cada uno habitada a millones de años del otro.
de nada sirven los nombres del tiempo si no se comparten/ si no significan nada
de nada sirve que nos señalen las verdades ajenas si el límite de nuestras competencias llega hasta donde nuestra verdad termina
nada importa si no nos sincronizamos para habitar el mismo tiempo
...
tomás y el marciano nunca llegaron a entenderse
"crónicas marcianas", ray bradbury. booket, méxico, 2008

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