para la niña y el gato de mirada vacía de tiempo
la niña duerme atrapada entre los libros.
quién vendrá a desatar sus pequeños demonios.
quién vendrá a defenderla un día cuando
apague el cigarro y la despierte,
acabando de una vez con este sueño.
breve sueño.
la niña duerme, al menos, mientras la dibuje.
la niña también escribe
escribe mientras recuerda
escribe para no olvidar
luego crece y escribe para pensar mejor
para no dejar que la memoria se le vuelva un punto pequeño/pesado y frío en el cielo de La Habana
todos se van
de wendy guerra
recoge las palabras escritas en un diario de infancia y un diario de adolescencia
donde cada recuerdo se amolda para formar una pieza perfecta, pero borrosa, de esa imagen del tiempo que transcurre en la vida de Nieve
de todos los años que ella pasa mirando cómo todos se van de la isla
y cómo ella permanece cada vez, eternamente
la ironía de llamarse Nieve en un país como Cuba
las canciones, libros, poemas, encuentros y desencuentros
las guerras, latidos, lluvias, visiones y muertes
las ausencias de cada día
la llegada de una nueva esperanza y su pronto ocaso
se van conjugando en palabras breves
en las imaginerías de una niña que mira y entiende
y, después, en la precoz acritud de quien es obligado a mirar y no comprende lo que mira
lo que pasa en estos diarios es la vida
quizás por eso lo más conveniente es decir que no pasa nada porque todo pasa
yo, me quedo con los recuerdos
con las canciones
con la idea de una isla que siempre es deseo y espera
y con el poema de cummings:
algún lugar en el que nunca estuve,
gustosamente más allá de cualquier experiencia,
tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más leve hay cosas que me contienen,
y que no puedo tocar de tan cerca que me encuentro.
y aunque me cierre como una mano
tu mirada fugaz me soltará sin esfuerzo,
siempre me abrirás pétalo a pétalo
como el misterio de la primavera abre su primera rosa.
y si tu deseo fuera a cerrarme
mi vida y yo nos cerraremos repentinamente
como cuando el corazón de esta flor imagina
la delicadeza de la nieve cayendo en todas partes;
nada que percibamos en este mundo
iguala la fuerza de tu fragilidad:
cuya textura me apremia con el color de sus países,
esparciendo muerte y eternidad en cada latido.
(no sé qué hay en ti que se cierra y se abre;
sólo una parte de mí acepta
que la voz de tus ojos es más profunda que las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.
Guerra, Wendy, Todos se van. Barcelona: Bruguera: 2006
1 comentario:
Buena calidad y buen ritmo de recomendaciones.
Saludos.
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