miércoles, 16 de abril de 2008

beloff recuerda (no. 11)


escribo por escribir, simplemente para recordar, sin ningún plan preconcebido

a los 85 años angelina beloff aún recordaba su infancia en el norte de rusia, presenciando desde su ventana aquellas noches blancas tan entrañablemente evocadas por dostoievski, luego vendría la familia, los viajes, las primeras aproximaciones a la pintura y entre ellas, el irremediable encuentro con diego rivera

en aquella época diego no estaba tan gordo como años después. maría y él hablaban en español y yo no entendía una palabra de ese idioma. (1909, brujas)


retomo las memorias de beloff* luego de la reconstrucción/reciclaje que poniatowska hace de aquella historia entre angelina y diego en querido diego, te abraza quiela

los personajes son distintos casi en su totalidad, sin embargo en ambas reconstrucciones de la misma historia permanecen rastros de lo que fueron esos diez años juntos como amantes y como artistas

diego decía "uvas con queso saben a beso", pero yo no estaba conforme con aquella dieta [...]en aquella época vivíamos felices, trabajando y paseando [...] hablábamos de pintura, de sus problemas y sus dificultades, y discutíamos de otros muchos temas más, que a su vez, traín a colación otros problemas... (verano de 1913, toledo)


lo de-más es retomado por angelina con la simpleza de la distancia y el tiempo, pero con la ternura de lo entrañable

yo disfrutaba todas esas relaciones interesantes y mi amistad con la gente solía durar más que la de diego. creo que él se interesaba en la gente mientras sabía que podía nutrir su espíritu con la relación, pero perdía todo interés cuando sentía que aquella fuente se había agotado. (1913, parís)

y la pesantez de lo terrible

la guerra continuaba y se dejaban sentir algunas restricciones, pero todavía no muy severas. algunos de los pintores conocidos nuestros habían sido movilizados [...] cuando llegaban de permiso, no tenían ganas de hablar de la guerra. habían estado demasiado cerca de la muerte [...] (1915-16, españa)

mi hijo murió en octubre de 1917, cuando tenía un año cuatro meses (1917, parís)

aquella noche no pudimos dormir por el estruendo de los cañones y el espectáculo que nos ofrecía aquel cielo rojo atravesado por luces fugaces. (1917-18, parís)


luego de la guerra, los viajes, las exposiciones y la separación -tan inevitable como necesaria- y el camino pendiente por recorrer rumbo a méxico

yo empezaba a acostumbrarme a mi trabajo, y como la gente me veía como una novedad y además era "primera mujer de diego rivera", me invitaban a todas partes. (1932, méxico)

y bajo este título permanecería en méxico desarrollando su obra pictórica, dando clases y sobreviviendo siempre en silencio

muchas veces encontraba a diego en méxico; no le reproché nada pero siempre me burlaba un poco de él -ésa era mi venganza. ahora lo siento, pero la vida de diego en méxico era ajena a la mía; él siempre estaba rodeado de gente que le alababan, mujeres que codiciaban llevar su apellido y yo luchaba trabajando y pintando (hacia 1964, méxico)


*todos los fragmentos son tomados de las memorias de angelina beloff, publicadas en el 2000 por la unam
*imagen: retrato de angelina beloff, (1909) por diego rivera

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