el reloj marca cuatro minutos antes de la medianoche
y en esa oscuridad se enmarca el episodio de las cosas extrañas que se configuran bajo el título de
after dark
de haruki murakami
no hay un principio ni un final
sólo la noche
una noche de coincidencias
una noche larga de conversaciones y encuentros
en la que mari lee y su lectura se ve interrumpida por la aparición de takahashi
un músico de jazz
y luego por la presencia de kaoru
mujer corpulenta, recepcionista de un motel y que solicita la ayuda de mari para auxiliar a una prostituta china que ha sido brutalmente golpeada
en otro sitio
en una habitación sencilla
eri asai duerme
y su sueño profundo es vigilado por una mirada
por un punto de vista que la rodea y explora el más pequeño de sus movimientos
...
los diálogos
las historias de los personajes se van entrelazando
coinciden sin entrar en contacto
se miran borrosos
desdibujados
quizás de la misma forma que se verían las personas en el sueño de eri asai
se entrecruzan brevemente
durante una noche
pero no pasa nada
sencillamente sus imágenes permanecen reflejadas en los espejos cuando ya se han ido
como dejando una parte de sí atrapada en el cristal
como en otros textos de murakami la escición es el punto clave
no para descubrir un sentido oculto en sus palabras
sino para sumergirse en un yo que se desdobla, a veces, sin darse cuenta
que se extravía a pedazos en otros sitios
en otros sueños
algo se pierde
algo se rompe
algo deja de ser
y no hay vuelta atrás
la vida como la noche es irreversible
llega la mañana y apenas se puede intuir la presencia de algo
uno sigue siendo uno, pero incompleto
se recuerdan los sucesos, pero no es fácil relacionarlos de un manera lógica
al final todo queda igualmente sumergido como entre sueños
sueños profundos y oscuros